Los ‘culés’ estamos cansados. Al menos la gran mayoría lo estamos. Llevamos esperando pacientemente algo que no llega, y mientras más pasa el tiempo no tiene la pinta de llegar. En el momento que más lo hemos necesitado, en las circunstancias más necesarias para tener una pizca de felicidad lo único que obtenemos es decepción. El Barcelona se ha convertido en lo que menos hemos querido: un club como cualquier otro. Pero esa situación solo recae en un solo hombre; aquel que debería llevar los pantalones puestos, pero que ahora se ha convertido en un niño. Un niño que comete errores y solo busca excusas.
Xavi llegó en 2021, en el momento en el que el club estaba destinado al fracaso deportivo y económico, y necesitaba de un salvador tras la salida del ‘Messias’. El club quiso repetir la formula que llevaba, para ese entonces, 7 años sin funcionar: fichar a un director técnico que fue leyenda o ex-jugador del equipo. Aquella formula que fue efectiva con Pep Guardiola y con Luis Enrique, pero que fue un total fracaso con Valverde y Ronald Koeman. Y en ese afán por darnos a los culés nuevamente esos momentos de gloria, decidieron apostar por Xavi, que llevaba 2 temporadas siendo técnico profesional en Qatar.
El momento llegó, Xavi volvió al club como leyenda total pero ahora desde los banquillos. Y si bien nos sacó de la mitad de la tabla en 2021 y nos llevó a ser subcampeones de Liga, campeones de Supercopa y un año después a campeón, no hay que estar ciego para no ver que el equipo en el ultimo año ha venido de bien a mal.
Aunque hay cosas buenas que apuntarle a Xavi como la renovación generacional del club con las salidas de la gran mayoría de las vacas sagradas y la apuesta a la titularidad de joyas junto a las adquisiciones de la experiencia de Lewandowski, Cancelo y Gündogan, hay otras cosas que definitivamente no podemos entender.
Xavi da la impresión de que algo se le salió de las manos. ¿Cómo podemos asimilar que en un plantilla de élite, contando con el que fue el mejor 9 de los últimos años, con el capitán del campeón de Champions, dos joyas en el mediocampo para explotar, con el mejor lateral derecho del mundo y una defensa impecable, hoy sean jugadores intentando no errar, mendigando empates ¿para no quedar en vergüenza? La respuesta es más fácil de lo que uno cree: mala comprensión del juego y mala gestión deportiva del entrenador. No es más.
Y no solo el tema de los jugadores, sino el tema Europeo que es el que más no duele a los ‘culés’. Dos temporadas fracasadas en Champions y fracasadas en Europa League. Ni la una, ni la otra. Sumando más años de burla. Creyendo que ganando en lo domestico puede sanar nuestra herida abierta desde 2016.
Y no, él no afronta las derrotas. Solo saca excusas, excusas que ya nadie quiere oír. Que el pasto, que el clima, que los partidos, que los rivales, que todo tiene la culpa y menos él. ¿Y cuál es su argumento? Que el club está en construcción. 4 años en construcción. Cuando se gana “fuimos superiores”, cuando se pierde “No es para tanto”. No tiene pantalones, no da la cara, no es autocrítico.Definitivamente sabe más de jardinería que de dirigir al Barça.
Esta temporada, su tercera, debería ser el examen que determine si sigue o no. Y este examen lo va perdiendo. Terceros en Liga faltando 11 fechas. Eliminados de la Supercopa por goleada del Real Madrid. Eliminados por goleada del Athletic Club de Bilbao de la Copa del Rey. Y en Champions, en octavos, nos enfrentamos al actual campeón de la Serie A, el Napoli; no hay razón racional para que pensemos que pasaremos de ronda. Mientras tanto él sigue dando excusas
Laporta ha querido darnos contentillo, creyendo que la confianza en alguien del cual no confiamos podrá traernos paz. Pero lo que queremos es ganar, queremos títulos, queremos jugadores determinados, queremos carácter, queremos quitarnos la maldición de Liverpool y Roma. Queremos sonreír una vez más. Han sido solo destellos. Es solo una pequeña vela en la eterna oscuridad.
No hay que darle vueltas al asunto, hoy somos el hazmerreír de Europa. Y aún es tiempo de cambiar la historia. Hay muchos DT que pueden llegar y darle una cara distinta al club. Solo se necesita dejar a un lado formulas místicas, eliminar esperanzas vacías, y sacar a todo lo que no sirve.
Gracias Xavi por tan poco. A veces la intención no es suficiente, se requiere de resultados.
Por: Jhoovanny Vinasco
Fotos: FC Barcelona
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